sábado, 31 de enero de 2015

Romances de ciego

...Delgadina se llamaba. Un día....

Siempre me han cautivado los romances, desde que siendo bien niña, escuchaba a mi padre cantar el Romance de El Pernales:

Francisco Ríos Pernales
estaba loco de alegría,
días antes de su muerte
su esposa tuvo una niña,
días antes de su muerte
en sus brazos la tenía:

Hija de mi alma
ven aquí conmigo
que por ser yo un bandolero
tu a este mundo sin honra
has venido;
pero no te apures, nena,
que este oficio dejaré
y fuera de España
me marcharé.

¿Qué dices tu, Concha?...

La cantábamos a duo toda la familia, menos mi madre, y era embriagador.
Luego estaban esos otros mezclados con las cancioncillas infantiles; ¿Dónde vas, Alfonso doce?, Mambrú se fue a la guerra, Estando el señor don gato,...
Tenía muy buena memoria para las canciones, se me quedaban todas.
Después en la escuela aprendí otros maravillosos, El conde Alarcos, Abenamar Abenamar, Conde niño. El enamorado y la muerte fue un flechazo y pasaron a formar parte de mi vida cotidiana.
Un día Teresa me regaló Flor Nueva de Romances Viejos y descubrí las partituras de Eduardo Martínez Torner para algunos romances:  "Guauuu..."
Viviendo en Sevilla vi en la calle Sierpes a un hombre con distintos lienzos narrando romances de ciego: era Javier Tarraga.

Cuando empecé con la zanfona se abrió un nuevo mundo.