jueves, 29 de octubre de 2015

La música callada

La zanfona y Carmen Orte en Recitaaciegas.
 Foto Isabel Sánchez Fernández







          Hace dos años estuve en Salamanca, tocando la zanfona y cantando en la Plaza Mayor y en los aledaños de la catedral. Participaba en Recitaaciegas, un evento que reunía a músicos, actores y estudiosos en torno a los ciegos y los romances. E inevitáblemente mi cabeza se llenó de Fray Luis de Leon y de Francisco Salinas.
          Fray Luis y su maravilloso poema Oda a Francisco Salinas:



El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada. 


A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida. 


Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca, engañadora. 


Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera. 


Ve cómo el gran maestro,
aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustentado. 


Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta;
y entrambas a porfía
se mezcla una dulcísima armonía. 


Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega
que ningún accidente
estraño y peregrino oye o siente. 


¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido! 


A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro;
que todo lo visible es triste lloro. 


¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!


          En mi cabeza este poema conecta con el Cántico espiritual, en el que San Juan de la Cruz habla de " la música callada" y en Salamanca se dieron cita todos ellos, nos juntamos los cuatro en esa aula maravillosa donde daba clase Fray Luis, y en esa Plaza Mayor. 
          Allí tocamos y cantamos los copleros ciegos esa tarde y Salinas nos contemplaba. Me hubiera gustado conocerlo. Excepcional músico, ciego desde los 10 años, fue también un gran folklorista pues en su obra De musica libri septem puso como ejemplos musicales muchas cancioncillas y cantinelas de su época que nos han llegado gracias a ello conservadas como los insectos en el ámbar: perfectas, casi translúcidas, diciéndome "cántame, tócame, te deleitaré,...", manteniendo toda su frescura.
          Y entre ellas la que más me extasía:

Aunque soy morenica y prieta
a mí qué se me da
que amor tengo 
que me servirá.

Y en agosto volví a cantar esta maravillosa canción mientras Luis Felipe recitaba los versos de Fray Luis en el XIV Festival de Poesía del Moncayo, en el Monasterio de Veruela. Maravilloso. El alma se serena.

https://youtu.be/B1IyIV9AhO8

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