martes, 22 de octubre de 2013

Sobre la felicidad

Zanfona y Carmen. Foto José Amador Martín

   
     Vivo. Intensamente. Los acontecimientos se suceden y ocupan todo mi tiempo, toda mi cabeza.
     No hablo de grandes historias, emocionantes, arrebatadoras. Me refiero a la vida tal cual, con sus obligaciones, amores, afectos, tropiezos, pérdidas y rutinas, compromisos y responsabilidades.
     Sin perder de vista que todo eso puede acabar en este momento, mañana, pronto: seguro que acaba.
     Ello me serena, me permite mirar a veces como un espectador obligado a ocupar un papel en la obra sin identificarse demasiado con ella y sin posibilidad de escudarse en la vergüenza, la timidez o en que "aquello no va conmigo". Estás aquí luego eres parte de la función aunque desconozcas casi todo sobre ella y el porqué de tu presencia allí.
     Me siento privilegiada, me ha sido permitido participar en buenas condiciones: un cuerpo saludable, un físico agraciado, un origen cálido y amoroso; unos compañeros de reparto variopintos, no demasiado agresivos y una capacidad de mantener el equilibrio, de caer de pie, notable.
     Tengo a mi lado a muchas personas que de pronto, súbitamente, desaparecen. ¿A dónde irán?. "¿A dónde el camino irá?", decía Antonio Machado. Me apena su ausencia, dada la frecuencia con la que ocurre me imagino que irán todos al mismo sitio, o cualquier otra ocurrencia, pero de lo que estoy segura es de que yo me iré también por el mismo camino:

                 La rueda de la Fortuna
                 Nunca se pudo estar quieta.
                 Con vuelta y media que dio
                 Me trajo para estas tierras.

Zanfona y Carmen. Foto José Amador Martín
   
    Entiendo que para vivir, además de todo, hay que tener ganas y que hay a quien se le van acabando. Y entonces desapareces pronto, te vas antes por la misma senda.
     Es bastante difícil comprender por qué nos hacemos la vida imposible unos a otros. He llegado a vislumbrar que muchos quieren esclavizar a algunos ( o que algunos quieren esclavizar a muchos). 
     En cualquier caso y mirándolo desde el mundo de los afectos, eso sucede porque algunos (o muchos) se dejan, quieren, son incapaces en ese momento de verlo así: se sienten plenos ocupando el papel de criado, esclavo, víctima. Otra de las razones es que nos pasamos la vida haciendo lo que no queremos o, por lo menos, negando que nos guste lo que hacemos. Disfrutar es una palabra bastante empleada pero que no se ajusta a nuestras sensaciones, no las describe.