martes, 9 de julio de 2013

Que muero porque no muero


Carmen Orte cantando "Que muero porque no muero"



        Hay ocasiones en las que una vive sin vivir en sí. Después viaja al Pantano de Cijara en Badajoz y, al atardecer, ve ciervos que se aproximan al poblado donde va a vivir en sí tres días. Confiados, se acercan a menos de 20 metros. Naturaleza que penetra por los poros de la piel y cambia el ser.
        La mayoría de las personas necesitamos que nos quieran, aunque no tanto como querer. Si tus experiencias en la vida son duras y te quieren poco, o te lo demuestran poco, te conformas con las migajas pero tu cuerpo se contrae por algunas partes; como dice el vulgo: "yo me echo todo a la espalda", y la espalda se va tensando, endureciendo, calcificando como las raices de los árboles o sus vías de circulación.
        Me gustan esas formas de expresión del lenguaje: "hervir la sangre", "estar hecha un manojo de nervios", "encogerse el estómago",...
        Hay personas que en sus últimos años de vida adelgazan mucho y sus extremidades se asemejan cada vez más a los sarmientos. Los dibujos animados y sobre todo los comics reflejan muy bien esas imágenes de la naturaleza. A mi eso me impresiona mucho, las formas de la vida son inverosímiles y cuando compruebas su fuerza energética y calórica, todavía te asombra más: en mi tierra natal, Aragón, las mejores costillas asadas se consiguen con brasas de sarmientos.
          Son muy curiosas las expresiones que se refieren al aparato digestivo en sentido aparentemente metafórico: "hice una bilis,..." decía mi madre con frecuencia; Ángel Carril cantaba:
Yo vivo de lo que como
Y masco lo que me dan,
Pero masco algunas cosas
que no las puedo tragar.
Y lo de "se me hizo un nudo un nudo en la garganta" o "en el estómago".
           O "me duele el corazón de quererte tanto", o bien "me partió el corazón". Tantas y tantas expresiones que reflejan los efectos corporales de las emociones y que forman parte de la sabiduría popular, salpicando el lenguaje.
           Quiero acabar estas reflexiones  con Santa Teresa :
Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.

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