Rogelio Ayala y Carmen Orte en el mercado |
Delicioso
el mercado de los sábados de Portland (Oregón) USA. Distintos
ambientes según las zonas, pero siempre relajados, tranquilos. A un
lado excepcionales artesanos vendiendo sus productos elegantes,
originales y bien hechos. En otra parte puestos de objetos diversos,
muchos de ellos hechos en China.
Un par de
zonas con comida de distintos lugares del mundo: mejicana,
griega, egypcia, italiana, fish and chips, ...con unas mesas cercanas
para sentarse a degustarla. En una zona están los que no toman
bebidas alcohólicas; en otra los que sí y junto a cada una un
escenario con actuaciones diversas en el primer caso, y con un grupo
de blues fantástico que recoge dólares en la funda de una guitarra.
Mucha gente
pero muy respetuosa, sin atropellos, golpes o malas caras. Fue como
un bálsamo que me alivió y sosegó mi espíritu.
Luis Felipe Alegre y Carmen Orte en el mercado |
En las
calles muchos músicos y artistas callejeros que van cambiando de
lugar con frecuencia, excepto un percusionista que, con 6 bidones de
plástico y una chapa rota con forma redondeada que sacaba un sonido monótono precioso, estuvo tocando al menos cuatro horas:
yo ya me fui.
Un
predicador con coleta y gafas de sol, de no sé qué iglesia, con un
amplificador pequeño y subido a un podium, soltó su perorata sin
parar durante una hora; entonces le sustituyó otro y continuó. Nadie
les hizo caso. Junto a ellos un equilibrista y malabarista congregaba
a la gente en torno suyo.
Me gusta
mirar las caras de las personas. Aquí, como en Cuba, veo todas las
razas mezcladas y me reconcilia con el género humano. Rasgos
preciosos, que asoman acá y allá, muestra de su arraigo y su vigor
y promesa de una humanidad sana y fuerte. Como decía Nicolás Guillén tráiganme todas las manos y hagamos una muralla.