lunes, 1 de abril de 2013

Pequeño poema infinito

              Desentrañar los misterios del alma humana. Que no te cieguen las emociones y puedas vislumbrar por qué una persona se acribilla la piel con agujas para tatuarse unos dibujos o letras o por qué se quieren agrandar las orejas con aros ensartados o quitarse un dedo del pie para poder calzarse unos zapatos inverosímiles.
              O por qué un padre mata a una hijita y luego se ahorca. Me viene a la memoria las acciones de los gatos machos dominantes matando a las crías de la hembra para que esta se ponga en celo de nuevo. Pero con la diferencia de que aquí no se busca la perpetuación de tus genes sino la destrucción. Es la degeneración. No basta con morirse uno, primero hay que vengarse, causar daño.
               ¡Qué dolor atroz!. ¡Qué retroceso de la humanidad!. Desolación. 
Quizá Lorca nos ayude a reflexionar.


Pequeño poema infinito

Equivocar el camino
es llegar a la nieve
y llegar a la nieve
es pacer durante veinte siglos las hierbas de los cementerios.

Equivocar el camino
es llegar a la mujer,
la mujer que no teme la luz,
la mujer que mata dos gallos en un segundo,
y luz que no teme a los gallos
y los gallos que no saben cantar sobre la nieve.

Pero si la nieve se equivoca de corazón
puede llegar el viento Austro
y como el aire no hace caso de los gemidos
tendremos que pacer otra vez las hierbas de los cementerios.

Yo vi dos dolorosas espigas de cera
que enterraban un paisaje de volcanes
y vi dos niños locos que empujaban llorando las pupilas de un asesino.

Pero el dos no ha sido nunca un número
porque es una angustia y su sombra,
porque es la guitarra donde el amor se desespera,
porque es la demostración de otro infinito que no es suyo
y es las murallas del muerto
y el castigo de la nueva resurrección sin finales.
Los muertos odian el número dos,
pero el número dos adormece a las mujeres
y como la mujer teme la luz
la luz tiembla delante de los gallos
y los gallos sólo saben volar sobre la nieve
tendremos que pacer sin descanso las hierbas de los cementerios.


                                      Federico García Lorca

1 comentario: