martes, 24 de febrero de 2015

He andado muchos caminos

Carmen Orte y Luis Felipe actuando en Malabo con El Gran Bessoso

          Yo he viajado mucho y en ocasiones  me he sentido al borde de una agresión, sexual o un robo, o que te increpen. La verdad es que he tenido mucha suerte.
          Me han robado la cartera del bolso ... en Madrid, además me quito el sombrero porque no me enteré y pocos días después me llegó por correo, sin el dinero que acababa de sacar del banco pero  intacta, con documentación incluida.
          Nunca me han agredido sexualmente aunque intuyo que me he expuesto más de una vez sin darme cuenta. Muchas veces me he empeñado en caminar sola a deshora en muchas ciudades, alguna de las cuales era peligrosísima, no porque te atacaran sino porque cortaban la electricidad por la noche y estaban llenas de socavones y baches en los que te podías partir la crisma (léase Malabo a finales de los 80).
          También me han robado en mi casa en mi ausencia ... en Madrid.
          Y en un hotel en el que una mujer aparentando  estar embarazada desvalijó varias habitaciones,...
          La noticia de ayer de lo ocurrido en Acapulco me ha conmovido. Me ha venido a la cabeza ese dicho popular que incide en que los sucesos más determinantes en la vida de una persona, empezando por la muerte, están fijados: es el destino, te anda buscando y no puedes evadirte hagas lo que hagas.
          Irte de vacaciones y que éstas se conviertan en una pesadilla no es tan raro. Pero es muy triste.
          También me ha traído estos maravillosos versos de Antonio Machado:


He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.

En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,

y pedantones al paño
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.

Mala gente que camina
y va apestando la tierra...

Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,

y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.



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