martes, 15 de enero de 2013

Jesús Delgado Valhondo

Rostro de Jesús Delgado Valhondo


       Me encanta atravesar el puente sobre el Guadiana y subir a la Alcazaba por la mañana temprano amaneciendo, cuando las aves se desperezan, o se secan al sol, y los patos se zambullen desapareciendo como por arte de magia; o las bandadas negras recorren el cielo yendo hacia el infinito.
                 "Guadiana, ahora, va hablando y   
            hablando de no sabemos bien qué  
            recuerdos de su historia. De una tarde  
            sonámbula. El Guadiana se nos queda 
            temblando en la sangre".

   
     Eso escribía  Jesús Delgado Valhondo en el diario Hoy en agosto de 1966. 
    Un día en la Biblioteca de Extremadura encontré un libro maravilloso:  
Jesús Delgado Valhondo: Vida. Poética. Poesía escrito por Antonio Salguero Carvajal.  En él encontré párrafos como éste:
    
             "La enfermedad te da con creces  
             fortaleza de ánimo, esfuerzo   
             sobrehumano por algo que hay más    
             allá y necesitas cogerlo. La vida   
             interior crece. [...] La vida le nace al 
             enfermo de la meditación. Yo aprendí a   
             estar solo cuando apenas tenía diez
             años de edad. Por eso he amado tanto a 
             la soledad, al silencio".

       A mí aprender a estar sola me costó una enfermedad.
    De los poetas dice en un articulo titulado "Eso que se llama amor" publicado en 1961:

                  "El poeta, es un ser que sublima, que 
               perfecciona y eleva, lo que ama. Y es 
               que ve belleza, donde no la hay; ve lo 
               que no ve nadie".

       El pueblo decía antes: "De poetas y de locos, todos tenemos un poco".   Esta reflexión me reconforta:

                 "Dentro de la naturaleza no  
          encuentro  ser material o idea que más 
          semejanza tenga con el ser humano.   
          Como  el árbol, el hombre tiene 'plantas'  
          que se fijan en el suelo, que están en  
          contacto con la madre tierra. Enhiesto, 
          sube hacia el cielo, busca las alturas, el 
          sol, y en lugar de tener las raíces  
          (cabellos) hacia el suelo, las tiene hacia  
          el cielo, a donde tiende todo hombre".

       Y cuando habla de la montaña me siento reflejada:

          "Cuántas ansias de alcanzar el monte mío,
          lo que me vence. Subo enloquecido,
          lleno de impaciencias
          parezco un suicida enamorado,
          lleno de confusiones,
          no puedo ver los pies que me pisaron".

       Una pincelada más de su poesía, de su libro Un árbol solo :

                "Siglos hace que voy buscando solo,
          nadas de mi soledad,
          infinita pobreza, deshojadas distancias,
          fosa del ser que está ya dentro.

          A solas peno, a solas voy

          con bagaje de cuentos y poemas
          intentando encontrarme,"




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